Costumbres musicales en el s. XIX: los Salones
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Costumbres musicales en el s. XIX: los Salones
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La temporada londinense. Calendario de actividades.
Los bailes y los carnets para señoritas.
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Los palacetes y residencias construidas en España durante el siglo XVIII se caracterizan por una distribución espacial, organizada según el uso y grado de accesibilidad de las personas ajenas a la familia a las distintas habitaciones. Las principales piezas se situaban en la planta primera o planta noble, a la que se accedía desde el zaguán por la escalera principal.
Durante el siglo XIX, las casas-palacio de la nobleza y la alta burguesía se ubicaban en el centro y en el ensanche de Madrid. Tenían dos zonas distinguidas por su uso principal: la zona privada o más íntima -que acogía los dormitorios y alcobas, y otros espacios, reservados para la familia, así como las dependencias de servicio-, y la zona pública o “cuarto principal”, integrada por antesalas, salas, comedor, salas de juegos y en toda casa que se hiciera valer, presidida por uno o más Salones.
Al principal, de grandes dimensiones y situado en las zonas principales, se le solía denominar Salón de Baile, y cuando existía un segundo salón u otro, de tipo secundario, se destinaba a usos más íntimos de la familia propietaria. El Salón de Baile es la sala que preside la zona principal y más noble de la casa.
Los Salones, incluidos los de Baile, adquirieron un importante papel en tanto espacios de sociabilidad. En ellos, además de tertulias –en las que se debatían problemas económicas, políticos y temas culturales o simples y banales cotilleos sociales-, se celebraban recitales de poesía y música, y grandes Bailes, pero también representaciones teatrales –en las que los anfitriones y algunos de sus invitados interpretaban los principales papeles-, chocolatadas, juegos de tómbola y lotería.
Existía un intenso calendario de citas, que se inauguraba en octubre, en los Salones de Palacio Real, y se prolongaba hasta junio, únicamente interrumpido por los periodos de Semana Santa y el descanso estival, momento en que Madrid se quedaba prácticamente vacío. No era de extrañar que, en un mismo día, coincidieran varias recepciones y hubiera que elegir a cuál de ellas acudir, para no perderse las principales citas, e incluso se acudía a cuantas se pudiera, en una especie de peregrinación mundana. Las recepciones y celebraciones en los Salones de las embajadas extranjeras en Madrid solían ser amenizadas musicalmente.
Las principales y más acomodadas familias nobles y burguesas rivalizaban entre sí a la hora de organizar las reuniones y saraos, dando buen prueba de ello las crónicas sociales publicadas en los principales diarios, que describían estos eventos, en las que por otro lado predominaban, en muchas ocasiones, las descripciones de las decoraciones ambientales o de las galas y joyas lucidas por las damas asistentes.
Los Salones y espacios abiertos a los invitados eran la principal tarjeta de presentación de los anfitriones, y nada podía ser dejado al azar o la improvisación, desde las impresionantes arañas, que iluminaban el espacio, pasando por el suntuoso mobiliario, revestido por ricas tapicerías, y la selección de retratos de los antepasados y miembros de la familia, hasta los detalles como los objetos decorativos de porcelana o cristal, espejos y ¡cómo no! Los instrumentos musicales que venían a corroborar la sensibilidad y el poderío económico familiar, eran fundamentales a la hora de amenizar las veladas.
Los usos y costumbres sociales, en relación con el ocio, experimentaron una gran transformación, sometidos a una marcada y bien determinada etiqueta, como bien pueden demostrar el uso de las agendas y tarjetas de Baile, donde se anotaban con delicadeza los compromisos sociales que las damas adquirían.
A la luz de estos nuevos hábitos, no era extraño que los Salones se encontraran presididos por un imponente y majestuoso piano de cola, acompañado por otros instrumentos.
Bibliografía: Carmen Sanz Díaz. Pieza del mes Sept 2010. Museo del Romanticismo. Texto íntegro: AQUI.
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Durante el siglo XIX, las casas-palacio de la nobleza y la alta burguesía se ubicaban en el centro y en el ensanche de Madrid. Tenían dos zonas distinguidas por su uso principal: la zona privada o más íntima -que acogía los dormitorios y alcobas, y otros espacios, reservados para la familia, así como las dependencias de servicio-, y la zona pública o “cuarto principal”, integrada por antesalas, salas, comedor, salas de juegos y en toda casa que se hiciera valer, presidida por uno o más Salones.
Al principal, de grandes dimensiones y situado en las zonas principales, se le solía denominar Salón de Baile, y cuando existía un segundo salón u otro, de tipo secundario, se destinaba a usos más íntimos de la familia propietaria. El Salón de Baile es la sala que preside la zona principal y más noble de la casa.
Los Salones, incluidos los de Baile, adquirieron un importante papel en tanto espacios de sociabilidad. En ellos, además de tertulias –en las que se debatían problemas económicas, políticos y temas culturales o simples y banales cotilleos sociales-, se celebraban recitales de poesía y música, y grandes Bailes, pero también representaciones teatrales –en las que los anfitriones y algunos de sus invitados interpretaban los principales papeles-, chocolatadas, juegos de tómbola y lotería.
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Los Salones y espacios abiertos a los invitados eran la principal tarjeta de presentación de los anfitriones, y nada podía ser dejado al azar o la improvisación, desde las impresionantes arañas, que iluminaban el espacio, pasando por el suntuoso mobiliario, revestido por ricas tapicerías, y la selección de retratos de los antepasados y miembros de la familia, hasta los detalles como los objetos decorativos de porcelana o cristal, espejos y ¡cómo no! Los instrumentos musicales que venían a corroborar la sensibilidad y el poderío económico familiar, eran fundamentales a la hora de amenizar las veladas.
Los usos y costumbres sociales, en relación con el ocio, experimentaron una gran transformación, sometidos a una marcada y bien determinada etiqueta, como bien pueden demostrar el uso de las agendas y tarjetas de Baile, donde se anotaban con delicadeza los compromisos sociales que las damas adquirían.
A la luz de estos nuevos hábitos, no era extraño que los Salones se encontraran presididos por un imponente y majestuoso piano de cola, acompañado por otros instrumentos.
Bibliografía: Carmen Sanz Díaz. Pieza del mes Sept 2010. Museo del Romanticismo. Texto íntegro: AQUI.
Lady Áyden Norwich- Admin
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Localización : Cruzando océanos de tiempo
Re: Costumbres musicales en el s. XIX: los Salones
Me ha encantado la reseña Áyden pero, sabes, siempre me he quedado con una cosa; las casas nobles ya fueran de Madrid o de cualquier otra gran ciudad eran eso, simplemente casas, no grandes mansiones, y tanto en el siglo XVIII como en el siglo XIX, se tendía más en arquitectura a la profusión de habitaciones en detrimento del tamaño de las mismas... lo cual me lleva a l cuestión que planteaba antes, ¿que tamaño tendrían realmente?. Porque, si tenía que celebrar bailes, recitales, tertulias... debían de tener un tamaño relativamente considerable, pero estando en el centro de la ciudad, las casas no podían ser tan grandes ...
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"El crimen no era lo que me hacían, o cómo me hacían sentir. El crimen era que me importase lo que los demás pensaran de mí"
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Elizabeth Anne Montgomery- Admin
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Re: Costumbres musicales en el s. XIX: los Salones
No creas, Lizz, porque el concepto actual que tenemos de "casa" es el de un apartamento bastante pequeño o limitado. Solemos tender a pensar más en casas burguesas que nobiliarias cuando en realidad, hay que imaginarse grandes solares que cubrían enormes manzanas. En Madrid al menos, en el s. XIX con la reorganización de calles y ensanchamientos, se abrió todo el barrio de Salamanca con palacios y casas palaciegas que ocupaban grandes extensiones. Hoy en día se alojan muchas embajadas ahí y tienen unas dependencias enormes.
Puedo ponerte de ejemplo así, para que te hagas una idea, el museo Cerralbo, la fundación Lázaro Galdiano, el Instituto Valencia de Don Juan o la casa Sorolla que son casas de finales del s. XIX o principios del s. XX y tienen más de 3000m2 útiles. Sí, son todo instituciones con colecciones expuestas pero hoy en día, un edificio así de enorme con el uso que le damos en la actualidad a las casas, no servirían de nada.
En cuanto a la extensión de los salones, no he encontrado información pero supongo que no habría medidas estandars. Cada salón dependería del solar y de la compartimentación que los dueños hubiesen hecho de su interior pero vamos, podrían tener perfectamente unos 100m2 los más pequeños.
Puedo ponerte de ejemplo así, para que te hagas una idea, el museo Cerralbo, la fundación Lázaro Galdiano, el Instituto Valencia de Don Juan o la casa Sorolla que son casas de finales del s. XIX o principios del s. XX y tienen más de 3000m2 útiles. Sí, son todo instituciones con colecciones expuestas pero hoy en día, un edificio así de enorme con el uso que le damos en la actualidad a las casas, no servirían de nada.
En cuanto a la extensión de los salones, no he encontrado información pero supongo que no habría medidas estandars. Cada salón dependería del solar y de la compartimentación que los dueños hubiesen hecho de su interior pero vamos, podrían tener perfectamente unos 100m2 los más pequeños.
Lady Áyden Norwich- Admin
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Localización : Cruzando océanos de tiempo
Re: Costumbres musicales en el s. XIX: los Salones
Humm, tal vez sea porque la mayoría de las mansiones que he visto por dentro no son de grandes ciudades, y claro, me he quedado con esa visión
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Grunge. Gen 13
Elizabeth Anne Montgomery- Admin
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