La prostitución en México en el s. XIX
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La prostitución en México en el s. XIX
HILOS RELACIONADOS:
La prostitución en el Londres victoriano.
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Al igual que en Francia, a partir de la década de 1860 la prostitución no sólo fue percibida por la sociedad mexicana como un sinónimo del pecado, sino que también comenzó a entenderse como un problema de higiene que propagaba la transmisión de enfermedades venéreas. Para frenar los contagios, el gobierno buscó regular y controlar este tipo de actividad. Con ello, se inició un periodo de tolerancia.
En 1861 se expidió un reglamento que facultaba al ayuntamiento de la Ciudad de México para autorizar el establecimiento de burdeles. En los años posteriores se fue implementando en el interior de la República Mexicana. Como requisitos, las sexoservidoras debían inscribirse en un padrón; al hacerlo, se les entregaba una libretita con sus datos y su fotografía. Periódicamente, debían acudir a una revisión medica y entregar sus cuotas correspondientes a las autoridades.
El escritor Juan Ricardo Jiménez supone que los pagos al gobierno dependían de acuerdo con la belleza y los atributos de las llamadas "mujeres públicas": entre más bonita, más pagaba; algunas desembolsaban una cuota de un peso mensual, otras únicamente 50 centavos.
La encargada de dirigir y coordinar las actividades en la casa de citas era la madame. Esta mujer debía tener más de 30 años; tenía prohibido recibir a muchachas menores de 16 años o que estuvieran casadas, y su función principal era asegurarse de que sus prostitutas cumplieran con todas las disposiciones que dictaba el reglamento.
Sin embargo, cuando se consolidaron los valores positivistas dentro de la sociedad mexicana, característicos del porfiriato, la tolerancia oficial hacia la prostitución se esfumó.
En 1908, el doctor mexicano Luis Lara y Pardo afirmaba que la ciencia demostraba que este tipo de práctica se podía entender como un fenómeno degenerativo que resultaba equiparable a la delincuencia y todos los vicios sociales.
Texto de Uriel Gordon y Adriana Silvestre.
La prostitución en el Londres victoriano.
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Al igual que en Francia, a partir de la década de 1860 la prostitución no sólo fue percibida por la sociedad mexicana como un sinónimo del pecado, sino que también comenzó a entenderse como un problema de higiene que propagaba la transmisión de enfermedades venéreas. Para frenar los contagios, el gobierno buscó regular y controlar este tipo de actividad. Con ello, se inició un periodo de tolerancia.
En 1861 se expidió un reglamento que facultaba al ayuntamiento de la Ciudad de México para autorizar el establecimiento de burdeles. En los años posteriores se fue implementando en el interior de la República Mexicana. Como requisitos, las sexoservidoras debían inscribirse en un padrón; al hacerlo, se les entregaba una libretita con sus datos y su fotografía. Periódicamente, debían acudir a una revisión medica y entregar sus cuotas correspondientes a las autoridades.
El escritor Juan Ricardo Jiménez supone que los pagos al gobierno dependían de acuerdo con la belleza y los atributos de las llamadas "mujeres públicas": entre más bonita, más pagaba; algunas desembolsaban una cuota de un peso mensual, otras únicamente 50 centavos.
La encargada de dirigir y coordinar las actividades en la casa de citas era la madame. Esta mujer debía tener más de 30 años; tenía prohibido recibir a muchachas menores de 16 años o que estuvieran casadas, y su función principal era asegurarse de que sus prostitutas cumplieran con todas las disposiciones que dictaba el reglamento.
Sin embargo, cuando se consolidaron los valores positivistas dentro de la sociedad mexicana, característicos del porfiriato, la tolerancia oficial hacia la prostitución se esfumó.
En 1908, el doctor mexicano Luis Lara y Pardo afirmaba que la ciencia demostraba que este tipo de práctica se podía entender como un fenómeno degenerativo que resultaba equiparable a la delincuencia y todos los vicios sociales.
Texto de Uriel Gordon y Adriana Silvestre.
Lady Áyden Norwich- Admin
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Re: La prostitución en México en el s. XIX
Pues es una pena que dejaran el sistena de lado, porque al regular el ejercicio de la prostitución protegían además a esas mujeres y evitaban aberraciones. Es obvio que habría quien lo hiciera de forma ilegal, pero de verdad que pienso que fue un paso adelante.
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"El crimen no era lo que me hacían, o cómo me hacían sentir. El crimen era que me importase lo que los demás pensaran de mí"
Grunge. Gen 13
Elizabeth Anne Montgomery- Admin
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