Razas Malditas

Los Golluts


Corría el año 1886 y la vida en los Pirineos Gerundenses era difícil, y cada día había que trabajar más y más para llevar unas migajas de pan a la mesa. Los campesinos de la zona, gente trabajadora y supersticiosa, vivía su día a día con monotonía, y salpicándolo con mil y una historias contadas al amor del hogar cuando caída la noche. Una de esas historias hablaba de una raza maldita por Dios, los apestados, los pequeños que vivían en los bosques y que no eran para muchos más que una leyenda … los Golluts.

Para los que habían entrado realmente en contacto con ellos, estos no eran más que bestias semihumanas, aptas únicamente para el circo y poco más, seres deformes, estúpidos y aterradores, además de esquivos.

Su propio aislamiento, y las leyendas surgidas de los escasos contactos, hicieron que la leyenda se convirtiera en pesadilla y, por lo general, aquel gollut que tenía la desgracia de encontrarse con alguien, no volvía con los suyos, ya fuera porque lo vendieran … o algo peor.

Sin embargo, y a pesar de todo, no fueron una leyenda, los golluts, han sido un grupo poblacional que ha habitado los pirineos hasta las años ‘60, momento en el que murió el último de ellos. Eran gente sencilla, por lo general bonachona y simpática, inocentes en grado sumo, con mirada perdida , el lagrimal caído y, en definitiva, rasgos primitivos; lo que hacía que siempre se aprovecharan de ellos. Seguramente fueron el resultado de años de endogamia en un entorno cerrado, eran de pequeño tamaño, no más de 1,15 cm., espaldas anchas, dedos cortos y rostros lampiños, muchos de ellos con bocio, y solían responder también a síntomas de raquitismo y cretinismo, ya que vivían de la recolección. Solían vivir en casuchas pequeñas y frágiles, y en muchas ocasiones convivían incluso con los animales. Además, sus atuendos solían reducirse a sacos encontrados en el monte.

Su origen es poco claro, se dice que eran descendientes de los Tártaros pero, en realidad poco se sabe, ya que de los pocos cadáveres que se han encontrado (en el castillo de St. Pere de Ribas de Freser, ya que la Iglesia al considerar que su deformación era castigo divino, no permitía que fueran enterrados en suelo sagrado), la gran mayoría eran bebes. Aún así, hay mención a ellos en la zona desde la Edad Media.

Son una raza poco estudiada, y que se ha quedado en una mera anécdota pero, a pesar de lo que podamos creer, no son los únicos que existieron en la península … Chuetas, Agotes, Pasiegos y alguno más dejaron también su testimonio en tierras aisladas.