Vestuario femenino popular en la primera mitad del Siglo XVII

VESTUARIO FEMENINO POPULAR EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVII


El vestuario femenino en la franja de tiempo que ocupa denominado “Siglo de Oro” en el XVII, se caracteriza con el uso de largas faldas hasta los pies denominadas sayas, basquiñas o polleras. Debajo de estas faldas encontramos los guardapiés y las faldetas o zagalejas. De tal forma que se llevaban tres capas: un guardapiés, una faldeta, y la propia falda. Tan sólo se sustituían estas prendas por un verdugado o guardainfantes en ocasiones muy muy especiales, y sólo en el caso de la llamada mujer principal de la Villa.

En la parte superior del cuerpo solían usar camisas, sayas, sayas vaqueras, sayuelos, jubones cortos, corpiños y corsés. Primeramense se ponía una camisa larga, amplia y que iba atada en la entrepierna a modo de braga para evitar que se saliera de su sitio debido a todos los refajos, sobre ella se ponía el corsé, y sobre este iban el resto de las prendas, tanto de la parte inferior del cuerpo como de la superior.

Sobre la cabeza las mujeres solían llevar las denominadas “mantillas” pero, tan sólo las casadas, o las mujeres de vida alegre (de color azafranado o negro y doblado, y de telas muy finas. Sólo podían ir sin ellos a misa, pero entonces debían estar siempre acompañadas por el aguacil del pueblo). Estos “mantos” o “mantillas” solían recibir distintos nombres dependiendo del tejido con el que estuvieran hechos. De esta forma si el tejido era de terciopelo o cualquier otra tela gruesa eran denominados “mantos” o “mantillas”. En cambio si la tela era fina pasaba a llamarse “manto de humo” de “soplillo” o “chichinavo”. Sin embargo, tan sólo la mujer principal de la Villa, podía llevar mantos de encaje.

Ropas de diario: Los corpiños, jubones y demás solían ser cortos, cerrados y de telas más gruesas. Las faldas eran de tejido corriente y de colores sufridos, como el verde, el pardo o el negro, obviamente sin ningún tipo de adorno. Solían ir recogidas a la cintura, hecho denominado “terciar la saya”, quedando a la vista la faldilla y el guardapiés que eran de tejidos aún más sufridos y lavables. Los tocados en caso de las mujeres casadas, eran también de tejidos bastos y aptos para el trabajo.

Sólo en caso de recibir o hacer visitas, solían ponerse los guardapiés o faldetas de calidad, que eran de tejidos algo más ricos y estaban adornados con galones, encajes y volantes.

Ropas de vestir: Los corpiños se alargaban y solían tener haldetas; con escote abierto y cuello plano que solía cubrirse con una tela fina llamada “modestina” o “pañuelo de modestia”. Las solteras solían llevar en ocasiones perlas en el pelo, velos y gorguerinas, mientras que los matos tendían a ser de humo o sopillo, o encaje en caso de la mujer principal. Los cuerpos de los corpiños se ajustaban y se alargaban , y la mayoría de las veces solían ir armados con ballenas, además de las del corsé.

Sin embargo, para economizar, las mangas solían ir cosidas a un cuerpo de tela sencilla, y muchas veces podía haber más de una para un único corpiño.