Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
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Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
TEMAS RELACIONADOS:
Evolución del traje femenino en el periodo isabelino (Aqui se habla también del peinado, los guantes, el pañuelo y la mantilla)
El traje masculino durante el periodo isabelino
La moda infantil durante el periodo isabelino
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Introducción:
Con la sola excepción de los trajes regionales, no puede decirse que exista una indumentaria específicamente española en tiempos de Isabel II. Según avanza el siglo XIX, España se ajusta cada vez más al dictado de París, productora de cuantos grabados se puedan contemplar en aquellas primeras revistas de modas. Sin duda la influencia de París en la moda española ha de juzgarse muy superior a la de Londres. La última, en cierta medida, conserva el honor de haber inaugurado el traje masculino contemporáneo; es decir, el terno clásico de chaqueta, chaleco y pantalones. Fue lugar común el referirse a Londres al hablar de la elegancia masculina.
Cuando en 1845 Gautier pasa por Madrid, escribe que no ha encontrado ni una manola verdaderamente castiza:
Como el resto de las naciones, España se sometió al embrujo de la capital parisina. Nada en cuestión de trajes se sustraía a su influencia, e incluso la reina María Cristina encargó su vestido de novia a Mme. Ninette en 1835.
Las revistas de moda no vivieron su eclosión en nuestro país hasta 1829 con La Moda (Cádiz) y 1833 con Correo de las Damas (Madrid). Además de Correo de las Damas, en la década de 1830 vieron la luz las revistas femeninas La Mariposa y El Buen Tono, y desde 1836 el Semanario Pintoresco Español acredita también las novedades parisinas. La cosa se mueve, la moda se diversifica con la originalidad francesa; para los de siempre, incluso en demasía.
El traje femenino: La ropa interior
Entre 1830 y 1914, una mujer vestía tanta o más ropa interior que exterior. Desde luego, sería demasiado pedir que los pintores de época tan pudibunda nos hubieran legado alguna ilustración de esta circunstancia. No obstante, la propia silueta –anormalmente estrecha la cintura y amplia la falda– delata la presencia de infraestructuras bajo el vestido. Primero, y sobre todo, ésta es la época en la que se recupera el corsé. Segundo, bajo la falda encontraríamos un ingente vestuario: calzoncillos, pantalones de volantes (por si el vaivén de las crinolinas provocaba una indiscreción), zagalejos y miriñaques. Para ahuecar la falda se contaba con enaguas de volantes, tiesas y pesadas enaguas crinolizadas (lana o lino mezclado con crin) y, desde 1850 aproximadamente, miriñaques. Este conjunto de armazones y andamios, más que el corte de los trajes, explican la forma del vestido romántico y acotan su moda entre 1825 y 1870.
EL TRAJE DE BAILE.
Ya entonces las mujeres preferían inmortalizarse ataviadas con sus galas más espléndidas, las que utilizaban para ocasiones sociales y que, en perfecta coherencia, eran denominadas “trajes de sociedad” o “trajes de baile. El traje de baile equivale al ideal femenino romántico. Son las reuniones sociales el lugar donde cumple su papel en la vida: cazar un buen marido. Detengámonos un momento sobre ese ideal. Las revistas de moda hablan de mujeres de dos edades: la joven casadera y la señora. El Correo de la Moda recomienda para la primera vestidos de tonos claros y tejidos livianos, y para la segunda, géneros de mayor cuerpo y tonos brillantes:
Concluimos que el ideal femenino romántico procede del teatro y muy especialmente de la ópera y el ballet. Y en efecto, según el teatro de la época, el vestido de la Condesa de Vilches recuerda al de una ninfa, mientras que los de Luisa Fernandina de Borbón y la Duquesa de Castro Enríquez se adaptan a lo que el ballet romántico entendía por un hada. Este tipo de vestido, compuesto por un corpiño vuelto en forma de Berta (el volante del escote) y amplia falda de materiales esponjosos y traslúcidos, se confirmó como el vestido romántico por antonomasia en 1832 para no perder su pedestal hasta después de 1865.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
Evolución del traje femenino en el periodo isabelino (Aqui se habla también del peinado, los guantes, el pañuelo y la mantilla)
El traje masculino durante el periodo isabelino
La moda infantil durante el periodo isabelino
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Introducción:
Con la sola excepción de los trajes regionales, no puede decirse que exista una indumentaria específicamente española en tiempos de Isabel II. Según avanza el siglo XIX, España se ajusta cada vez más al dictado de París, productora de cuantos grabados se puedan contemplar en aquellas primeras revistas de modas. Sin duda la influencia de París en la moda española ha de juzgarse muy superior a la de Londres. La última, en cierta medida, conserva el honor de haber inaugurado el traje masculino contemporáneo; es decir, el terno clásico de chaqueta, chaleco y pantalones. Fue lugar común el referirse a Londres al hablar de la elegancia masculina.
Cuando en 1845 Gautier pasa por Madrid, escribe que no ha encontrado ni una manola verdaderamente castiza:
“La manola es un tipo desaparecido, como la griseta de París, como las transtiberinas de Roma; existe aún, pero despojada de su carácter primitivo. Ya no lleva su traje atrevido y pintoresco (...) He buscado la manola pura sangre por todos los rincones de Madrid: en los toros, en el jardín de las Delicias, en el Nuevo Recreo, en la fiesta de San Antonio, y no he podido hallar ni una completamente castiza”.
Como el resto de las naciones, España se sometió al embrujo de la capital parisina. Nada en cuestión de trajes se sustraía a su influencia, e incluso la reina María Cristina encargó su vestido de novia a Mme. Ninette en 1835.
Las revistas de moda no vivieron su eclosión en nuestro país hasta 1829 con La Moda (Cádiz) y 1833 con Correo de las Damas (Madrid). Además de Correo de las Damas, en la década de 1830 vieron la luz las revistas femeninas La Mariposa y El Buen Tono, y desde 1836 el Semanario Pintoresco Español acredita también las novedades parisinas. La cosa se mueve, la moda se diversifica con la originalidad francesa; para los de siempre, incluso en demasía.
El traje femenino: La ropa interior
Entre 1830 y 1914, una mujer vestía tanta o más ropa interior que exterior. Desde luego, sería demasiado pedir que los pintores de época tan pudibunda nos hubieran legado alguna ilustración de esta circunstancia. No obstante, la propia silueta –anormalmente estrecha la cintura y amplia la falda– delata la presencia de infraestructuras bajo el vestido. Primero, y sobre todo, ésta es la época en la que se recupera el corsé. Segundo, bajo la falda encontraríamos un ingente vestuario: calzoncillos, pantalones de volantes (por si el vaivén de las crinolinas provocaba una indiscreción), zagalejos y miriñaques. Para ahuecar la falda se contaba con enaguas de volantes, tiesas y pesadas enaguas crinolizadas (lana o lino mezclado con crin) y, desde 1850 aproximadamente, miriñaques. Este conjunto de armazones y andamios, más que el corte de los trajes, explican la forma del vestido romántico y acotan su moda entre 1825 y 1870.
EL TRAJE DE BAILE.
Ya entonces las mujeres preferían inmortalizarse ataviadas con sus galas más espléndidas, las que utilizaban para ocasiones sociales y que, en perfecta coherencia, eran denominadas “trajes de sociedad” o “trajes de baile. El traje de baile equivale al ideal femenino romántico. Son las reuniones sociales el lugar donde cumple su papel en la vida: cazar un buen marido. Detengámonos un momento sobre ese ideal. Las revistas de moda hablan de mujeres de dos edades: la joven casadera y la señora. El Correo de la Moda recomienda para la primera vestidos de tonos claros y tejidos livianos, y para la segunda, géneros de mayor cuerpo y tonos brillantes:
“Hasta los veinticuatro años nos es permitido un traje que nos envuelva en una nube de gasas y de tules; hasta esa edad nos es lícito transformarnos en hadas o ninfas, pero en llegando a los veinticinco, ya es imprescindible vestirse como una mujer”.
Concluimos que el ideal femenino romántico procede del teatro y muy especialmente de la ópera y el ballet. Y en efecto, según el teatro de la época, el vestido de la Condesa de Vilches recuerda al de una ninfa, mientras que los de Luisa Fernandina de Borbón y la Duquesa de Castro Enríquez se adaptan a lo que el ballet romántico entendía por un hada. Este tipo de vestido, compuesto por un corpiño vuelto en forma de Berta (el volante del escote) y amplia falda de materiales esponjosos y traslúcidos, se confirmó como el vestido romántico por antonomasia en 1832 para no perder su pedestal hasta después de 1865.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
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La evolución del vestido femenino en el periodo isabelino
Pablo Pena, especialista en la indumentaria española de este periodo, los clasifica en 4:
El atavío femenino de la década de 1830 se caracteriza por las mangas más desarrolladas de todo el siglo XIX llamadas ajamonadas. Por su parte los cuadros de época nos permite ver el peinado más característico de este período indumentario: el peinado de alto moño, dicho “a la jirafa”, y la mantilla. Las mangas hiperbólicas parecen proceder del Cinquecento, y esta procedencia no es improbable porque ya en 1836 ya se habían estrenado por toda Europa óperas historicistas que revitalizaban el Renacimiento: Lucrecia Borgia, Ana Bolena y María Estuardo, de Donizetti, y Los Capuletos y los Montescos, de Bellini.
Fue como si todas aquellas protuberancias del traje de 1830 explotaran: cayeron los moños del peinado jirafa y reventaron las mangas jamón para ajustarse al brazo. Las muchachas lucen vestidos lisos y a cuadros, tan sosos como los de las mujeres mormonas o los que imaginamos leyendo las andanzas de Jane Eyre. Desde 1838, el peinado romántico característico va a ser el de guedejas lánguidas sobre las sienes, llamado “peinado de bandós”.
Del estilo de los años cincuenta debemos destacar la perfecta combinación de infraestructura y superestructura centrífugas: el miriñaque y el vestido de volantes. En la década de 1850 volvió el rococó, estilo al cual sabemos era muy adicta la emperatriz María Eugenia, y así los escotes se abrieron formando un triángulo sobre el tórax, las mangas se confeccionaron cortas y desbocadas en el antebrazo (a la chinesca, a la pagoda o a la Pompadour) y las faldas iniciaron un paulatino engrosamiento con la introducción del miriñaque, la famosa jaula de flejes metálicos denominada en Francia “crinolina”. El cabello continúa peinándose con raya al medio y bandós, pero ahora recibe una adorno especialmente característico de la década de 1850, los prendidos. Generalmente se trataba de arreglos para el cabello, diademas combinadas con encajes, flores, plumas, perlas, hilos de oro.
El miriñaque ha perdido abombamiento por delante, pero, en su debe, la base se presenta con un perímetro asombroso y se ha operado un notable alzado del talle. Así, la última falda romántica es la más grande de todo el período. Podría afirmarse que la mujer pretende compararse con una cúpula barroca, donde la falda sería la cúpula propiamente dicha y el cuerpo y la cabeza, más diminutos que nunca, la linterna.
El peinado consigue desembarazarse de los sempiternos bandós y se construye como un marco de regulares proporciones para el óvalo de la cara. Los complementos de moda: pañuelo, sombrilla, guantes. Los pañuelos en manos de señoras se han visto en todas las épocas pretéritas. Los románticos los preferían, según explica El Tocador en 1844,
Como en el caso del pañuelo, la moda del parasol excede los límites temporales del Romanticismo. Accesorio imprescindible de señorita cuya principal función era la de preservar la tez del bronceado. Una noticia de 1852 nos pone al corriente de las más novedosas:
El accesorio romántico por antonomasia: los guantes. Nunca como en el Romanticismo se han vestido los guantes. Los de una dama debían ser blancos y de cabritilla:
Se estilaron cortos y largos, de seda y de encaje. No había razón, sin embargo, para arruinarse con este gasto pues era posible lavarlos:
En el primer semestre del año 1857, se enviaron 220 pares de guantes para la Reina y su esposo; y las facturas de diversos meses del año 1862 suman 466 pares de guantes por un valor de 7525 reales de vellón. Estas facturas nos aclaran que se trataba de forma mayoritaria de guantes de cabritilla blancos y superfinos, con botones para atar en la muñeca, y algunos de ellos con caña.
Hacia 1830 no había mujer en España que se privara de mantilla; La crisis de la mantilla se detecta en las revistas ya en 1835. En 1837 la mantilla fue exportada a Europa. Ya en 1851 podemos darla por extinguida incluso en nuestro país. Por último, los abanicos se consideran el complemento de coquetería de la mujer romántica española. Teófilo Gautier, cuando visita nuestro país, afirma no haber visto mujer desprovista de ventilador, y lamenta que sólo las españolas sepan manejarlo: El manejo del abanico es un arte completamente desconocido en Francia. Un anuncio publicitario de 1852 nos revela los materiales habituales de los abanicos que se fabricaban en Madrid: nácar, hueso, asta y sándalo.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
- El estilo neomanierista, 1828-1836
El atavío femenino de la década de 1830 se caracteriza por las mangas más desarrolladas de todo el siglo XIX llamadas ajamonadas. Por su parte los cuadros de época nos permite ver el peinado más característico de este período indumentario: el peinado de alto moño, dicho “a la jirafa”, y la mantilla. Las mangas hiperbólicas parecen proceder del Cinquecento, y esta procedencia no es improbable porque ya en 1836 ya se habían estrenado por toda Europa óperas historicistas que revitalizaban el Renacimiento: Lucrecia Borgia, Ana Bolena y María Estuardo, de Donizetti, y Los Capuletos y los Montescos, de Bellini.
- El traje sencillo de hacia 1840
Fue como si todas aquellas protuberancias del traje de 1830 explotaran: cayeron los moños del peinado jirafa y reventaron las mangas jamón para ajustarse al brazo. Las muchachas lucen vestidos lisos y a cuadros, tan sosos como los de las mujeres mormonas o los que imaginamos leyendo las andanzas de Jane Eyre. Desde 1838, el peinado romántico característico va a ser el de guedejas lánguidas sobre las sienes, llamado “peinado de bandós”.
- El estilo neorococó, 1848-1862
Del estilo de los años cincuenta debemos destacar la perfecta combinación de infraestructura y superestructura centrífugas: el miriñaque y el vestido de volantes. En la década de 1850 volvió el rococó, estilo al cual sabemos era muy adicta la emperatriz María Eugenia, y así los escotes se abrieron formando un triángulo sobre el tórax, las mangas se confeccionaron cortas y desbocadas en el antebrazo (a la chinesca, a la pagoda o a la Pompadour) y las faldas iniciaron un paulatino engrosamiento con la introducción del miriñaque, la famosa jaula de flejes metálicos denominada en Francia “crinolina”. El cabello continúa peinándose con raya al medio y bandós, pero ahora recibe una adorno especialmente característico de la década de 1850, los prendidos. Generalmente se trataba de arreglos para el cabello, diademas combinadas con encajes, flores, plumas, perlas, hilos de oro.
- El estilo estructuralista, 1862-1868
El miriñaque ha perdido abombamiento por delante, pero, en su debe, la base se presenta con un perímetro asombroso y se ha operado un notable alzado del talle. Así, la última falda romántica es la más grande de todo el período. Podría afirmarse que la mujer pretende compararse con una cúpula barroca, donde la falda sería la cúpula propiamente dicha y el cuerpo y la cabeza, más diminutos que nunca, la linterna.
El peinado consigue desembarazarse de los sempiternos bandós y se construye como un marco de regulares proporciones para el óvalo de la cara. Los complementos de moda: pañuelo, sombrilla, guantes. Los pañuelos en manos de señoras se han visto en todas las épocas pretéritas. Los románticos los preferían, según explica El Tocador en 1844,
"bordados, provistos de guarniciones de encaje o al menos con un festón en el borde. En tanto que objeto del vestido, con sentido de adorno de la mano más que de complemento higiénico, los pañuelos habían de recibir un mimo decorativo digno del resto del traje. Para visitas se usan pañuelos de batista bordados de colores, para soirée batista también con un bordado de menudas flores caladas”.
Como en el caso del pañuelo, la moda del parasol excede los límites temporales del Romanticismo. Accesorio imprescindible de señorita cuya principal función era la de preservar la tez del bronceado. Una noticia de 1852 nos pone al corriente de las más novedosas:
“La Maintenon es recta con mango pequeño, y se hace de tamaño mediano sin flores. La Marquesa, sombrilla pequeña en forma de media naranja con abertura. Todo lo caprichoso, fantástico, elegante y lujoso conviene a esta sombrillita cuyo mango está artísticamente trabajado, se adorna con un deshilado a puntas y se forra de tafetán blanco. La sombrilla Baronesa, es un medio entre la Maintenon y la Marquesa, se guarnece con franja o deshilado y también se forra. Esta sombrilla puede usarse con toda clase de trajes”.
El accesorio romántico por antonomasia: los guantes. Nunca como en el Romanticismo se han vestido los guantes. Los de una dama debían ser blancos y de cabritilla:
“Los guantes, una de las partes menos costosas de nuestros vestidos, son sin embargo un objeto de gasto por la suma facilidad con que se ensucian, y particularmente los guantes blancos; pero precisamente estos son los que hay que llevar con más frecuencia”.
Se estilaron cortos y largos, de seda y de encaje. No había razón, sin embargo, para arruinarse con este gasto pues era posible lavarlos:
“Se lavan al vapor toda clase de guantes, ya sean de cabritilla, castor o seda. Se componen y limpian, poniéndoles botones si les faltan, y quedan sin mal olor después de lavados”.
En el primer semestre del año 1857, se enviaron 220 pares de guantes para la Reina y su esposo; y las facturas de diversos meses del año 1862 suman 466 pares de guantes por un valor de 7525 reales de vellón. Estas facturas nos aclaran que se trataba de forma mayoritaria de guantes de cabritilla blancos y superfinos, con botones para atar en la muñeca, y algunos de ellos con caña.
Hacia 1830 no había mujer en España que se privara de mantilla; La crisis de la mantilla se detecta en las revistas ya en 1835. En 1837 la mantilla fue exportada a Europa. Ya en 1851 podemos darla por extinguida incluso en nuestro país. Por último, los abanicos se consideran el complemento de coquetería de la mujer romántica española. Teófilo Gautier, cuando visita nuestro país, afirma no haber visto mujer desprovista de ventilador, y lamenta que sólo las españolas sepan manejarlo: El manejo del abanico es un arte completamente desconocido en Francia. Un anuncio publicitario de 1852 nos revela los materiales habituales de los abanicos que se fabricaban en Madrid: nácar, hueso, asta y sándalo.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
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El traje masculino español durante el periodo isabelino
El dimorfismo sexual del traje –la primera función del vestido es denotar el género– nunca ha sido tan evidente como en el Romanticismo: nunca antes el traje masculino se había diferenciado en tantos aspectos (forma, color, material) del traje femenino; nunca antes se habían clarificado con tanta precisión los elementos indumentarios opuestos para el hombre y la mujer.
Frente a la estructura centrífuga y volátil del vestido femenino, el hombre aparece encerrado en prietos estuches como si el principio del guante hubiera sido aplicado a todo el cuerpo. En oposición al colorido variado y la profusión ornamental del indumento femenino, el traje del caballero se ha vetado todo elemento ornamental y ha restringido su paleta a cuatro o cinto tonos oscuros. Contra un catálogo de géneros textiles brillantes, esponjosos, traslúcidos, que caracterizan al vestido femenino, el hombre se circunscribe al austero paño de lana para los trajes y a los algodones para las camisas y chalecos. Esta división indumentaria tajante de los géneros, elaborada mediante términos opuestos, nos revela la disparidad de los roles masculino y femenino. Mientras la mujer hereda del Antiguo Régimen su papel pasivo y decorativo, el hombre ha renunciado al traje brillante del Rococó para subrayar su rol activo, síntoma del triunfo burgués.
La sensibilidad hacia el traje de los desfavorecidos, el traje proletario y campesino, se acrecienta a partir de la Revolución Francesa. El traje masculino romántico bebe de fuentes militares (el frac y la levita proceden de la casaca) y de fuentes proletarias. Es un traje sans-culotte: el calzón fue la prenda característica de los aristócratas del XVIII y logró mantenerse de moda tres décadas más, hasta que fue derrotado por los pantalones campesinos. No hay duda de que el Romanticismo prefigura una nueva lógica indumentaria característica del vestir contemporáneo que ha ido franqueando el umbral de la elegancia a los artículos de los humildes: primero el pantalón, luego la chaqueta, después el jean, por último la camiseta.
Igual que un político socialista prescinde del terno azul marino y se presenta en camisa y cazadora buscando la identificación con sus votantes, un terrateniente presumido puede encontrarse con problemas. El avance democrático, en definitiva, también se ha ido escribiendo sobre la indumentaria.
El traje de caballero
El traje masculino de mediados del siglo XIX se compone de trajes negros compuestos por frac y pantalones, chaleco blanco de cutí, inexcusable bigote, cabellos bien peinados y a menudo con guedejas laterales a juego con los bandós femeninos. El artista se distingue con un chaleco de fantasía, propio de creativos, y un gabán o paletó, sinónimo de progresismo. El frac cerrado con dos hileras de botones y terminado en faldón curvo sobre la cadera –a la inglesa-, no superará la fecha de 1850.
El gabán
Capa de mangas, tuina, jaique, carrique, paletó, gabán: todas estas prendas fueron gabanes, padres del abrigo contemporáneo. El gabán, por su evidente funcionalidad, remplazó a la capa que había sido moda característica de la España setecentista. La primera noticia que conservo de la moda del gabán en España data de 1839. El periódico "La Mariposa" nos confirma su ingreso en el vestuario masculino de los españoles y lamenta profundamente que venga a jubilar a la capa.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
Frente a la estructura centrífuga y volátil del vestido femenino, el hombre aparece encerrado en prietos estuches como si el principio del guante hubiera sido aplicado a todo el cuerpo. En oposición al colorido variado y la profusión ornamental del indumento femenino, el traje del caballero se ha vetado todo elemento ornamental y ha restringido su paleta a cuatro o cinto tonos oscuros. Contra un catálogo de géneros textiles brillantes, esponjosos, traslúcidos, que caracterizan al vestido femenino, el hombre se circunscribe al austero paño de lana para los trajes y a los algodones para las camisas y chalecos. Esta división indumentaria tajante de los géneros, elaborada mediante términos opuestos, nos revela la disparidad de los roles masculino y femenino. Mientras la mujer hereda del Antiguo Régimen su papel pasivo y decorativo, el hombre ha renunciado al traje brillante del Rococó para subrayar su rol activo, síntoma del triunfo burgués.
La sensibilidad hacia el traje de los desfavorecidos, el traje proletario y campesino, se acrecienta a partir de la Revolución Francesa. El traje masculino romántico bebe de fuentes militares (el frac y la levita proceden de la casaca) y de fuentes proletarias. Es un traje sans-culotte: el calzón fue la prenda característica de los aristócratas del XVIII y logró mantenerse de moda tres décadas más, hasta que fue derrotado por los pantalones campesinos. No hay duda de que el Romanticismo prefigura una nueva lógica indumentaria característica del vestir contemporáneo que ha ido franqueando el umbral de la elegancia a los artículos de los humildes: primero el pantalón, luego la chaqueta, después el jean, por último la camiseta.
Igual que un político socialista prescinde del terno azul marino y se presenta en camisa y cazadora buscando la identificación con sus votantes, un terrateniente presumido puede encontrarse con problemas. El avance democrático, en definitiva, también se ha ido escribiendo sobre la indumentaria.
El traje de caballero
El traje masculino de mediados del siglo XIX se compone de trajes negros compuestos por frac y pantalones, chaleco blanco de cutí, inexcusable bigote, cabellos bien peinados y a menudo con guedejas laterales a juego con los bandós femeninos. El artista se distingue con un chaleco de fantasía, propio de creativos, y un gabán o paletó, sinónimo de progresismo. El frac cerrado con dos hileras de botones y terminado en faldón curvo sobre la cadera –a la inglesa-, no superará la fecha de 1850.
El gabán
Capa de mangas, tuina, jaique, carrique, paletó, gabán: todas estas prendas fueron gabanes, padres del abrigo contemporáneo. El gabán, por su evidente funcionalidad, remplazó a la capa que había sido moda característica de la España setecentista. La primera noticia que conservo de la moda del gabán en España data de 1839. El periódico "La Mariposa" nos confirma su ingreso en el vestuario masculino de los españoles y lamenta profundamente que venga a jubilar a la capa.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
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El traje infantil en el periodo isabelino
Todavía en el Romanticismo el vestido infantil apenas se diferenciaba del adulto excepto en la talla: se viste a los chicos como a caballeros miniaturizados y a las niñas como a enanas. Una salvedad: como las faldas infantiles se confeccionaban cortas por debajo de la rodilla, abrigaban las piernas con pantalones de volantes.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
Fuente: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)por Pablo Pena González. Revista Indumenta 0.
Lady Áyden Norwich- Admin
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Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Menudo trabajo Áyden! He de decir que sólo me gusta el último periodo. Y ese pelo pegado a la cara, como lamida por una vaca... Definitivamente no puedo con ella...
lorena- Mensajes : 1553
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Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Jajajajaja, a mí el neorococó no me disgusta con la falda llena de volantes (algún dia espero hacerme una XD) pero estoy contigo: el más bonito y vistoso es el útimo periodo.
Los peinados eran horrorosos vistos por los ojos contemporáneos pero entonces debía de ser la crême de la crême. El cabello de los caballeros, con esa raya tan al lado, también llevaban el pelo pegado a la cara, no creas. ¡Me ha hecho mucha gracia el símil de "como lamido por una vaca"!. No puede ser más gráfico. XDD
Los peinados eran horrorosos vistos por los ojos contemporáneos pero entonces debía de ser la crême de la crême. El cabello de los caballeros, con esa raya tan al lado, también llevaban el pelo pegado a la cara, no creas. ¡Me ha hecho mucha gracia el símil de "como lamido por una vaca"!. No puede ser más gráfico. XDD
Lady Áyden Norwich- Admin
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Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
La que no haya visto una de cerca no sabe lo que llegan a babear...
A mí me llama la atención lo de los volantes, pero no sé... supongo que con una tela bonita.
lorena- Mensajes : 1553
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Localización : Invicta,a,heroica,buena,muy noble y muy leal, Vetusta
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Lady Ayden mil gracias por tu post , acabas de abrirme los ojos a un nuevo y maravilloso mundo que , sintiendo mi ignorancia , desconocía.
Me he enamorado de los trajes de baile , sobretodo el primero 0.0*. Aunque creo que tendrán que pasar aún muchas clases de costura , hasta que logre crear algo tan bello.
Me he enamorado de los trajes de baile , sobretodo el primero 0.0*. Aunque creo que tendrán que pasar aún muchas clases de costura , hasta que logre crear algo tan bello.
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Me alegro que haya servido el post. Realmente el Museo del Romanticismo tiene textos muy ilustrativos e interesantes. Comprobarás, querida Claudia, que una vez te pongas a confeccionar tu propia moda histórica, realizar un miriñaque no es tan complicado.
Lady Áyden Norwich- Admin
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Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Fue igual para Francia : después de la revolución francesa, la referencia para la moda masculina (a parte de algunas excepciones) era la inglesa.
Que significa manola?
Se suele llamar en Francia vestido romántico al del periodo después del primer imperio hasta la segunda republica iniciada por Napoleón III en 1848 (fue primero presidente antes de ser imperador).
Quien es la emperatriz María Eugenia?
El abanico, lo puso mucho de moda en Francia la emperatriz Josefina durante el primer imperio porque tenía una dentición en mal estado y se servía de eso para esconderla pero es cierto que España siempre fue la referencia para el abanico.
Es cierto que el calzón duró mucho tiempo ya que Napoleón III exigía que se llevara en sus recepciones al castillo de Compiègne, las famosas “series”. Es una prenda del antiguo régimen que caracterizaba la aristocracia a causa de las medias blancas. Estas medias fijaban la riqueza porque el blanco era natural y no podía ser obtenido de modo químico y como se ensuciaba rapido, suponía personal para la lavandería.
Antes no me gustaba esa moda romantica 1830/1840 con las mangas ajamonadas y opinaba igual que Lorena pero ahora me gusta cada vez mas. Primero vi esos trajes en este blog :
http://costumehysteric.blogspot.com/search?q=romantique
Es que no son guapas esas chicas con esos trajes?
y ultimamente fui a la exposicion del museo des Arts Décoratifs et me enamoré de un modelo blanco translúcido, una maravilla! Y también había un corsé de la época con los rellenos de las mangas juntados al corsé. Muy astuto!
Y despues compré el libro "la mode du XIXe siècle en images" y vi dibujos de la epoca romantica muy bonitos.
Entonces tengo la esperanza un dia tener un traje romantico!
Que significa manola?
Se suele llamar en Francia vestido romántico al del periodo después del primer imperio hasta la segunda republica iniciada por Napoleón III en 1848 (fue primero presidente antes de ser imperador).
Quien es la emperatriz María Eugenia?
El abanico, lo puso mucho de moda en Francia la emperatriz Josefina durante el primer imperio porque tenía una dentición en mal estado y se servía de eso para esconderla pero es cierto que España siempre fue la referencia para el abanico.
Es cierto que el calzón duró mucho tiempo ya que Napoleón III exigía que se llevara en sus recepciones al castillo de Compiègne, las famosas “series”. Es una prenda del antiguo régimen que caracterizaba la aristocracia a causa de las medias blancas. Estas medias fijaban la riqueza porque el blanco era natural y no podía ser obtenido de modo químico y como se ensuciaba rapido, suponía personal para la lavandería.
Antes no me gustaba esa moda romantica 1830/1840 con las mangas ajamonadas y opinaba igual que Lorena pero ahora me gusta cada vez mas. Primero vi esos trajes en este blog :
http://costumehysteric.blogspot.com/search?q=romantique
Es que no son guapas esas chicas con esos trajes?
y ultimamente fui a la exposicion del museo des Arts Décoratifs et me enamoré de un modelo blanco translúcido, una maravilla! Y también había un corsé de la época con los rellenos de las mangas juntados al corsé. Muy astuto!
Y despues compré el libro "la mode du XIXe siècle en images" y vi dibujos de la epoca romantica muy bonitos.
Entonces tengo la esperanza un dia tener un traje romantico!
Christine de France- Mensajes : 1522
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Localización : Ciudad natal de Daguerre
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Jajajajaja... Christine, la emperatriz María Eugenia es la vuestra, María Eugenia de Montijo .
Una manola... digamos que es la castiza por excelencia, la española que resiste la moda extranjera, luciendo un poco a la "goyesca". Quizás el término goyesca esté desfasado en esta época, pero no se me ocurre otra mejor Vamos, que llevara esa mantilla que tanto te gusta y que puso de moda en Francia la emperatriz, y la saya o basquiña...
Revisaré el libro de la moda española en este periodo, algo comenta de estas mujeres.
Por cierto, ¿Ya hemos hablado de la Rebelión de las mantillas"? Creo que sí, en el hilo de las mantillas
lorena- Mensajes : 1553
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Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
La conozco tanto por su nombre Eugénie o Eugenia, nadie aqui la llama Marie Eugénie Maria Eugenia
Me suena la rebelion de las mantillas, era en el mismo hilo que Ernest Lefébure?
Me suena la rebelion de las mantillas, era en el mismo hilo que Ernest Lefébure?
Christine de France- Mensajes : 1522
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Localización : Ciudad natal de Daguerre
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Os dejo el enlace de un fotografo donde se ve una recreacion de epoca romantica :
http://www.pbase.com/soupane/viedechateau
http://www.pbase.com/soupane/viedechateau
Christine de France- Mensajes : 1522
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Localización : Ciudad natal de Daguerre
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
¡Oh, Christine, qué maravilla! Las fotografías son una preciosidad pero no lo podían haber sido sin ese entorno y esos trajes. Divinos y mira que a mí esta época es de la que menos me gustan. ¡Si es que los franceses en esto de las recreaciones, las bordáis! XD
Lady Áyden Norwich- Admin
- Mensajes : 3627
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Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
La verdad es que las recreaciones para esa epoca son muy escasas en Francia igual que en España, les cuesta mucho convencer a la mujeres, esos trajes no gustan a todas pero a mi, si!
Christine de France- Mensajes : 1522
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Localización : Ciudad natal de Daguerre
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Os dejo las fotos de Sandra con su permiso, (del foro del Bal de Versailles) quien no para de coser y de salir! para una recreacion de epoca romantica :
Las pruebas del traje con las mangas :
Y durante la recreacion, el traje acabado :
Y durante la recreacion, hubo un chico quien llevo un corsé como solian hacerlo los hombres a partir del primer emperio; aqui esta de dandy romantico :
Fue una amiga quien le hizo el peinado a Sandra y utilizo alfileres para mantener las trenzas postizas :
Las pruebas del traje con las mangas :
Y durante la recreacion, el traje acabado :
Y durante la recreacion, hubo un chico quien llevo un corsé como solian hacerlo los hombres a partir del primer emperio; aqui esta de dandy romantico :
Fue una amiga quien le hizo el peinado a Sandra y utilizo alfileres para mantener las trenzas postizas :
Christine de France- Mensajes : 1522
Fecha de inscripción : 30/08/2012
Localización : Ciudad natal de Daguerre
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
El peinado y el corsé masculino me han dejado sin habla. ¡Qué trabajazo! Eso sí que es hiperrealismo. :S
Lady Áyden Norwich- Admin
- Mensajes : 3627
Fecha de inscripción : 26/02/2010
Localización : Cruzando océanos de tiempo
Re: Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868)
Muy interesante, gracias.
Mr. Alexander Huddleston- Mensajes : 142
Fecha de inscripción : 18/01/2013
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