La moda femenina durante el periodo romántico

La moda de 1828-1836 liquida todos los rasgos formales del estilo imperio. El corsé, que la Revolución Francesa había condenado, regresa para quedarse y el primer traje romántico lo celebra inflándose por todos sus "ramales" precisamente para resaltar, por contraste óptico, la esbeltez del nuevo inquilino. El cabello se ondula hasta formar pequeños caracoles y después se compartimenta en tres protuberancias radiales: una en cada sien y otra a guisa de moña alta sobre la nuca. Se habla de peinado jirafa, acaso porque recuerda a los cuernos de aquel mamífero africano. Este arreglo admite capotas de ala ancha y parabólica, gigantescos sombreros de enormes lazos y plumas.



La prenda fundamental para el cuerpo era el vestido enterizo o compuesto de falda y cuerpo, llamado en ambos casos "traje". De abajo arriba nos topamos primero con la falda acampanada que exhibe ampliamente la tela del vestido porque sólo recibe decoración en la pantorrilla (volante o pasamanería, flocaduras, tiras de encaje o bordadas). Subiendo, llegamos al centro de todas las atenciones: la cintura estrangulada por un corsé interno y un ancho cinturón externo de realce, flanqueada por dos enormes mangas acolchadas.



En los trajes de invierno abundan los vestidos abiertos por el centro del delantero, como una suerte de vestidos-abrigo, y se denominan "redingotes"; en ellos las mangas reciben pelerinas de tejidos fuertemente tupidos que asemejan élitros rígidos como los de los coleópteros.

En trajes ordinarios están muy de moda los tejidos de rayas verticales, los cuadros y los estampados de flores. En cuanto a los sobretodos, son enormes mantos llamados en España "capas" que, debido a que poco se puede hacer con un vestido de mangas tan expandidas, salvo cubrirlo, tapan por entero a la mujer. Resultan muy fáciles de identificar por el volumen extraordinario que procuran a su portadora, y por las solapas y cuellos que se prolongan a lo largo del centro delantero (palatinas o pelerinas).



Para ocasiones sociales, particularmente las reuniones en salones y teatros, donde se escuchaba música y se bailaba al tiempo que se buscaba marido, la mujer romántica reservaba sus vestidos escotados y los tejidos más sutiles. A principios de la década de 1830 se pusieron de moda los turbantes, coincidiendo con la guerra de independencia de Grecia, país que había pertenecido al Imperio turco.



BIBLIOGRAFÍA
Pablo Pena Gonzáles. Pieza del mes de Octubre 2005 del Museo del Traje.

He de reconocer que del s. XIX, es el estilo que menos me gusta, quizá por las formas tan exageradísimas de las curvas femeninas. La crinolina, me podreis decir, tambié es muy voluminosa pero no sé, es que estas mangas de pagoda o jamón, nunca han sido lo mío. Por cierto, Mlle Eve, interesantísimo el cómo se las arreglaban para que no se les deformara, pues siempre me he preguntado cómo las mantendrían con ese volúmen. Supongo que almidonadas pero sería un latazo hacerlo diariamente. ¡Ahora ya sé que llevaban entretelas!

¿Qué tipo de telas y colores se usaban en los vestidos de la década 1850?

El algodón para el día, con muselinas o percales, y la seda para la noche.

Empezaban los estampados industriales complicados, pero los dibujos por lo general son pequeños. Las rayitas, los cuadros, las florecitas...

Mejor ver imágenes con el buscador.

Es maravilloso lo que se aprende en este foro. Yo acabo de llegar de una Exposición sobre la vida y época de Carolina Coronado (tengo que volver para hacer una foto a la vitrina "DEL DEDAL A LA PLUMA", y gracias a la visita he encontrado en internet un enlace para descargar en pdf "El correo de la moda", un de las publicaciones semanales de moda (1851-1893); revista de la que fueron directoras Ángela Grassi y Joaquina Balmaseda, y cuya primera suscriptora fue la reina Isabel II.

http://www.archive.org/details/correodelamodamadr

Es un placer poder leer y estudiar el Correo de la Moda...es una sensación realmente maravillosa.Muchas gracias por compartir el enlace.

Este tema lo teníamos un poco olvidado así que vamos a retomarlo con otro pequeño empujón.

Para comenzar, una serie de fashion plates datados de la década de los años 20 y 30 del siglo XIX: http://digitalcollections.lib.washington.edu/cdm/search/collection/costumehist/searchterm/Romantic/field/covera/mode/all/conn/and/cosuppress/ (aunque ¡ojo! hay algunos de plena época Regencia) y para continuar, la extracción de este texto que me ha parecido muy interesante para conocer la indumentaria femenina durante esta época. Dice así:

Los figurines ofrecen abundantes ideas para los vestidos elegantes que han de llevarse con ocasión de una gran fiesta o baile. Según la edad de las señoras, proponen unas telas u otras, hechuras mas o menos atrevidas, escotes generosos, el tipo de peinado (recogido o suelto) y os adornos de cabello.



Durante la época romántica, la moda femenina experimentó cierta transformación. Los talles altos, los corpiños haciendo juego sobre los vestidos ceñidos de punto o seda y las mantillas de fines de los años 20, ceden el puesto a las cotillas y miriñaques, corsés y fajas que muestran un talle elegante, cubierto de muchos metros de alegre tela y abundantes cintas, encajes y lazos. Debajo de las formas acampanadas se ocultan las enaguas, el ceñidor del pecho, la camisa y las medias lisas, caladas o bordadas, en algodón o en seda.



Las mujeres calzaban BOTINES. Cuando salían de compras o de paseo se cubrían la cabeza con CAPOTAS u SOMBREROS  con lazos, cintas y plumas. Se abrigaban con CAPAS, ALBORNOCES, MANTELETAS  y el MANGUITO. Los sombreros se mantendrán, así como la mantilla y los velos de encaje, tul y blonda. Los zapatos, guantes, el chal y el abanico cobran importancia.

Las muchachas llevaban joyas adecuadas a su estado y situación: aderezos de coral o mosaico, de acero o turquesa, alguna sortija de diamantes, dijes de oro y nácar. Las señoras mayores hacían ostentación de los brillantes y de las perlas montados en colares, pendientes o sortijas. Aunque las joyas de gran aparato solían reservarse para las grandes ocasiones, las señoras llevaban siempre alguna joya, un pequeño detalle casi imperceptible, además del alfiler y un medallón o un camafeo.

Fuente: Texto extraído de ""Así vivían en la España del Romanticismo" de Carlos Franco de Espés. Editorial Anaya.